domingo, 5 de septiembre de 2010

“María, la leona”

07/03/2008

AMALIO (MAYITO) SOLANO

María león, es una mujer carismática, de pelo negro corto y canas que se dejan ver adornando su cabeza. A través de los cristales de sus lentes se ve que en sus ojos guarda muchos recuerdos inolvidables. Alegres recuerdos así como también tristes y nostálgicos, pero su corazón no guarda rencores a quienes en un pasado la humillaron. Sus llamativos labios pintados de color rosado, cuando se separan, dejan ver su blanca dentadura adornando su sonrisa.

Con unos años acuesta que parece no tenerlos, “María, la leona”, como también se le conoce y de aproximadamente 1,80 de estatura; contó parte de su vida en la entrevista que le concedió a la periodista Lavinia González, quien trabaja para el semanario “La Verdad de Miguel”.

No conozco a María en lo personal, pero la admiro por sus ideas revolucionarias y por atreverse a declarar a Chávez como su hijo predilecto después de lo sucedido el 4 de febrero. Dijo ella: ¡Lo adoro como el hijo que ama al pueblo y a la patria!

Tenía ella 3 años de edad cuando muere la mamá y el papá la lleva a un colegio de monjas. Era una niña pobre y sus días allí, transcurrieron sintiendo el maltrato de las monjas, la humillación y viendo la injusticia que se cometían. El papá no pagaba el colegio por su condición de pobre, pero ella a los nueve años tenía que lavar, planchar, cocinar y coletear. Así era como pagaba su educación según sus palabras.

No disfrutó de vacaciones mientras las otras niñas sí, porque eran de las que podían pagar o las que estaban allí becadas por el gobierno. Siendo adulta muchas veces sintió la soledad en esas cuatro grandes paredes donde también pintaba las camas. Cuando la joven cumplió los 13 años, decidió abandonar el colegio. Dijo que fue una decisión “justa y valiente”.

Esta simpática mujer habló de aquellas vivencias sin guardar ningún remordimiento y agradeció que la enseñaran a leer y a escribir. Al respecto afirmó que: “Son los instrumentos que todavía uso”.

María es la presidenta de Inamujer y la que ha promovido el rescate de la memoria histórica de las heroínas venezolanas y la impulsora del 50 y 50. Es decir de la participación de la mujer en los cargos gubernamentales. Tiene un gran sentimiento que las cosas que la enternecen, la hacen llorar como cuando le brotaron las lágrimas al saber que su pueblo tenía una voz de dignidad en la Cumbre de Québec. Así como también el saber que el país avanza triunfando y que vamos por buen camino.

Es una gran defensora de la mujer y en su rostro se nota ese orgullo que no pudo ocultar cuando supo que se tomó en cuenta a la heroína Luisa Cáceres de Arismendi, para que su imagen fuera impresa en los nuevos billetes y a Josefa Joaquina, para que la Planta de Tacoa llevara su nombre.

Cuando la joven María tenía 17 años quedó huérfana de padre. Tres años después se inscribió en el Partido Comunista de Venezuela (PCV), allá por los años 50. Ella tenía un primo llamado José Esteban Ruíz Guevara, que fue fundador del partido en el estado Barinas y estuvo ocho años presos bajo la dictadura de Pérez Jiménez.

Todos los libros y escritos de José Esteban, estaban guardados en casa de la mamá y María aprovechó para leerlos y cultivar las ideas revolucionarias estudiando el marxismo-leninismo y yendo a reuniones.
En 1960 decidió tomar el fusil en sus manos e irse a la montaña del Charal junto con Juan Vicente Cabezas y otras mujeres, fundando allí el frente guerrillero. Luego pasó a otro frente comandado por Lino Martínez.

Bajo la mirada cuidadosa de ellos, “María, la leona” fue “soldada” de base que cumplía las tareas que le correspondía como guerrillera.
Cuando Lavinia le preguntó si era buena disparando, dijo riéndose a carcajadas: -Nooooo, qué va. Carmen Estéves si que tenía una gran puntería, fue la mejor puntería de los guerrilleros de esa época.

Respecto a otra pregunta de la periodista mencionando a Douglas Bravo, Pompeyo Márquez y a Teodoro Petkof; María dijo que hubo un tiempo en que ellos eran “los hombres a quienes la izquierda tomaba el consejo, los hombres que orientaban a la izquierda”. Ahora “Teodoro ni Pompeyo pueden perdonarle a Chávez que les dijera que no tienen razón, que el imperialismo puede derrotarse”.

Y para finalizar la entrevista no podía faltar la jocosidad de la siempre sonreída “María, la leona” cuando dijo: -A él (se refería a Chávez) no lo veo desde el sex-appeal, sino desde mi condición de revolucionaria. Desde el sex-appeal veo a mi marido. Y las carcajadas de las dos mujeres invadieron la oficina donde se exhibían dos banderas de nuestra patria (una grande y la otra pequeña) a los lados de María, y detrás de ella un cuadro grande de nuestro Libertador Simón Bolívar.

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