domingo, 5 de septiembre de 2010

GÜIRINEY Y MEDIO

Viernes 18 de Abril de 2008

Amalio (Mayito) Solano

Los trabajadores sidoristas siempre estuvimos comentando que el presidente de la República no se pronunciaba respecto al conflicto que veníamos confrontando con la transnacional Ternium Sidor y el contrato colectivo. Nos extrañaba tanto silencio de un hombre que hasta dormido habla, pero de manera sigilosa el comandante venía haciendo su trabajo y cuando nadie creyó que iba a hacer el anuncio de nacionalizar la empresa, amanecimos con Sidor en nuestras manos, la madrugada del día 9 de abril del 2008.

Recordemos que la transnacional Consorcio Amazonia es un grupo con 60% accionario en manos de argentinos, italianos, mexicanos y brasileros, 20% al Estado venezolano y 20% a los trabajadores de la empresa. El presidente Chávez estaba acumulando todas las quejas que le llegaban para poder actuar contra estos señores que querían apoderarse hasta de El Cerro Bolívar y Ferrominera.

A esta empresa se le acusó de violar las leyes venezolanas, de escamotearle el sueldo a los trabajadores, de burlarse del Ministro del Trabajo José Ramón Rivero y de querer hacer lo mismo con el Vicepresidente de la República Ramón Carrizales; de jugar al cansancio de los trabajadores para que firmaran un contrato donde ellos no se reconocían aumentos en las cláusulas económicas queriendo ratificarlas todas, así como tampoco el retroactivo. El comandante les advirtió muchas veces a los accionistas argentinos que le reconocieran a los trabajadores lo que tenían que reconocerles, pero creyeron que era un juego lo que Chávez le decía y agarrándolos fuera de base, les metió güiriney y medio a Paolo Rocca y a sus representantes en la empresa Sidor.

Cuando vieron que la cosa era en serio, Rocca se apresuró a escribirle desde Argentina al presidente para que reconsiderara la idea de nacionalizar la empresa, pero Chávez no es hombre de dar pasos hacia atrás, cuando toma una decisión es porque lo ha pensado una y mil veces para que salga bien. Mientras, los trabajadores tomaron las instalaciones resguardándolas de un posible saboteo por parte de la transnacional. Al llamado de reconsideración se sumó el Consorcio Metalmecánica del Estado Carabobo (Comec). Señores no hay vuelta atrás, Sidor volvió a ser del Estado venezolano y sus trabajadores. Y parafraseando al presidente Chávez decimos: Argentinos go home.

Ángel Rodríguez, presidente de la Comisión de Energía y Minas de la Asamblea Nacional dijo que “la nacionalización de la siderúrgica en Venezuela, va a permitir consolidar un proceso productivo importante”. Por su parte, el presidente de Sutiss, José “Acarigua” Rodríguez, felicitó al presidente Chávez y dijo: “Sidor tiene que servir para hacer un plan nacional del acero para construcción de barcos y concretar un plan ferrocarrilero”.

Pero también hubo quien se aturdió ante la decisión que tomó el primer mandatario de nacionalizar Sidor.

Por ejemplo, María Elena Posada, ex gerente de Recursos Humanos y quien fuera representante de la empresa en las negociaciones del contrato colectivo dio su opinión. “La medida que adoptó el Vicepresidente de la República, Ramón Carrizales, no tenía ninguna razón, porque Ternium Sidor, jamás había violado las leyes del país”. ¿Será verdad esto entre tantas mentiras?

También Luis Felipe Domínguez, ex gerente de Proyección Industrial de la empresa señaló: “La compañía manifiesta la voluntad de quedarse en Venezuela”. ¿Y quién le dijo que Sidor se iba del país?

Paolo Roca le manifestó al presidente Chávez, la intención de quedarse en el país. Pregunto: ¿qué va a hacer este señor aquí? Que se quede en su Argentina amargándole la vida a los trabajadores de allá. Y los trabajadores de Sidetur, Siderar, Usiminas, Tenaris, Hylsamex, Matesi y los de otras empresas en poder de los argentinos, deben seguir el ejemplo de los sidoristas y desatarse del yugo a que están sometidos.

El ex presidente de Sidor, Ricardo Prósperi, se puso las manos en la cabeza, quedó mudo y casi loco cuando el Vicepresidente les dijo junto a los representantes de Sutiss, lo que le había informado el comandante. Luego cuando volvió en sí, salió diciendo que había que reconsiderar la idea y que la empresa estaba dispuesta a dar un aumento del 130%, que tampoco llenaban las expectativas de los trabajadores. ¿Por qué antes lo negaron?

Pedro José Rivilla, miembro regional del partido Copei (¿y todavía quedan copeyanos?), es otro aturdido. Criticó la decisión del mandatario, aduciendo que Chávez debió consultar a los trabajadores y a los accionistas de la empresa. ¿Y a quién consultó Caldera cuando la privatizó en 1997? ¿Por qué no escuchó el clamor de los trabajadores de que no vendiera Sidor? Otros aturdidos dijeron que debió consultarse con los empresarios y los estudiantes.

A los directores de las emisoras radio y televisión, locutores, periodistas y directores de los periódicos, se les acabó la teta millonaria que les tenía la empresa Ternium, para que hablara mal de los trabajadores en los programas de opinión, donde no le daba cabida cuando llamaba un trabajador sidorista y si lo hacían, cortaban la comunicación diciendo que tenían otra llamada en el aire. Muchas veces sucedió esto.

Durante los diez años que tuvo la empresa Sidor en manos extranjeras, no se oyó decir que se quemó ni murió un argentino como sí sucedió con los trabajadores venezolanos. Ellos fueron pura oficina como lo dije en un artículo anterior. Nunca trabajaron de noche porque la guardia nocturna les hacía daño, pero al llegar al país lo esperaba un carro de paquete y al mes lo cambiaba. Estos argentinos nunca le dieron un aumento a la nómina de convenio, teníamos que esperar cada año que nos cayera por el contrato colectivo. Ahora se les acabó la manguangua.

La actitud que Ternium mostró siempre hacia los trabajadores fue criticada por el presidente: “Esa gente todavía le está pagando a los jubilados de Sidor por debajo del salario mínimo, violando la Constitución. Eso no puede ser, no podemos permitirlo…” Esta es otra de las razones por la que el comandante les metió güiriney y medio.

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