viernes, 18 de junio de 2010

LA CUEVA DE CUCURITO

AMALIO (MAYITO) SOLANO

Publicado en internet. Pag. "Nuevas Plumas" del períodico "El Tiempo de Puerto La Cruz.
Viernes, 23 de abril de 2010.


Nueve de la mañana, el sol brillaba sobre la carretera de asfalto cuando me dirigía junto con Verónica, Wuina, Wuisneli y Denis al lugar del que me habían hablado. Al llegar al sitio, allí nos esperaba Germán Agustín González. Este personaje nació en Yaguaraparo, Municipio Cajigal del estado Sucre y cuando contaba con cuarenta y cuatro años de edad, se fue a Río Grande Abajo de Irapa, en donde lleva veintidós años viviendo.

Cuando Germán contaba con sesenta y tres años de edad, se le ocurrió una idea, la de buscar un sitio para hacer un rancho y se fue a un lugar conocido como Cucurito, nombre dado por las pequeñas matas de palmas que allí existen. Su fruto es parecido al de las matas de corozo. Entres los fundadores de este sector están Sisto Marcano, Luisa Silva, Marcelo Vallenilla y Dionicio Villarroel. Después llegaron a vivir con el pasar de los años Onelis Moren; Amado Carmona, Juan Ubaldo Pino, Julián Maneiro, Julián Marcano y Rosana Medina. Cucurito es un lugar donde el sol pareciera clavar sus rayos, se siente con mayor intensidad el calor, pero están los árboles y las palmeras que también dejan caer su sombra para proteger a quienes allí habitan y a los visitantes. Cuando Germán escuchó nuestras voces, salió dentro de unas palmas grandes y secas que había clavado para resguardarse del sol. Vestido con un pantalón azul claro, una camiseta y una gorra roja, nos recibió con una sonrisa en su flaco rostro.

Nos invitó a que lo siguiéramos y al llegar a la entrada de la cueva, se detuvo para colocar un vidrio cuadrado encima de una tabla colocada sobre un hierro, para que reflejara la luz del sol hacia la entrada. Germán nos explicó que comenzó esa cueva él solo con un pico, una pala y un tobo para botar la tierra. La gente le decía que estaba loco cuando todo se le derrumbó y casi lo sepulta. Pero esto no lo amilanó y continuó con su idea hasta que encontró la dureza de la tierra para seguir con su obra. Según sus palabras cuando comenzó la guerra de los Estados Unidos con el presidente Chávez, esto le dio más fuerza para seguir, porque allí iba a esconder al presidente si nos invadían y cuando menos creyó que esto le iba a traer problemas, se le apareció la Guardia Nacional, y uno de los guardias le preguntó por qué estaba haciendo esa cueva, él le respondió que era para esconder a Chávez por la invasión de los Estados Unidos; al jefe hay que protegerlo.

Al guardia “no le gustó” lo dicho y lo detuvo. Luego le dijo: “déjelo que pelee”. La entrada a la cueva de Cucurito está hecha de un delgado concreto armado con un techito también de concreto y está ubicada en un cerro. Para llegar a ella se debe conversar con su propietario y llevar linterna para poder observarla. Esta tiene una primera escalera con once escalones, la segunda con tres, la tercera con seis, la cuarta con cinco y la quinta con dos; luego sigue un piso para llegar al final, por ahora. Estando dentro se siente la frescura del barro gris (o arcilla), que nos recuerda que de él venimos.

Las paredes bien trabajadas por las manos de Germán, parecieran que estuvieran frisadas, el piso, como si le hubiera pasado una llana para pulirlo y la figura de mujer, la gran figura elaborada en una de las paredes del lado izquierdo, da la impresión de que estuviera soportando todo el peso sobre su espalda para que no se caiga la obra. En el lado derecho y sobre el techo de una de las habitaciones, está el rostro del ideólogo de la cueva pintado en negro. Este hombre con su delgado cuerpo, saca fuerza a sus sesenta y seis años para seguir adelante con su maravillosa obra. Es una de las grandes obras de arte realizada por la mano de un escultor.

Este personaje mostró su jocosidad cuando le pregunté que grado de instrucción tenía y sonreído me respondió: “Segundo grado”. Yo agregué: y de los buenos. Sin perder tiempo me respondió con palabras mezcladas con su risa: “segundo año del ciclo diversificado sin terminarlo”. Ciertamente este hombre tiene fluidez al hablar y da señal de ser una persona culta, a la vez su especto físico también nos da impresión de que se ha descuidado en lo personal. Pero esto no es para menos, es su aspecto cuando está en su obra. Siguiendo con su explicación respecto a su “sitio turístico” que es con lo que él ha soñado que sea ese lugar, nos dijo. “esta cueva no va derecho, ella va profundizándose hacia abajo y mientras más abajo, mas capacidad de trabajo”. Cuando me dijo que su deseo es que Chávez mande una comisión desde Caracas, para que vea su obra, riéndome le dije: sólo a un loco se le ocurre eso.

Y de manera jocosa también me respondió: “Sólo a Chávez y a mí, porque yo también estoy loco“. Nuestras risas se unieron con la fresca brisa y la sombra debajo de los árboles y de la matas de cucuritos. Luego Germán nos mostró un nido donde están dos pajaritos en la rama de una mata, me llamó mucho la atención y le tomé fotos.

Esos pichoncitos me hicieron recordar un cuadro que pinté donde también en una rama están dos colibrís pichones en su nido al lado su mamá. Después de admirar su maravillosa obra, tomarles fotos, escucharles sus anécdotas y saber que cuida con celos esos pajaritos, nos fuimos a tomarnos unos frescos en una bodega cercana donde sostuvimos una conversación a cerca de lo que cada quien cree sobre la muerte y la vida de Jesús.

Son muchas las personas que han visitado esta cueva y han quedado sorprendidos de la ocurrencia de Germán que a su edad no se da por vencido, por eso sigue con su obra como un gran escultor. Y como él mismo lo dijo: “mañana yo muero y esa obra queda”. Tiene toda la razón, por eso es que él sigue…, con la esperanza de quienes les han prometido ayudarlo, cumplan su promesa. Me uno a su esperanza y llamo a las autoridades para que se aboquen a cumplir la promesa ofrecida a este hombre que muy bien se lo merece. Y al público cuando visite ese sitio, por favor, no dañen la obra que con tanto esfuerzo Germán ha venido realizando. Cuando vayan a Irapa, no dejen de visitar la Cueva de Cucurito o cueva de Germán, como algunos le llaman.

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